Todos
conocemos la situación: en medio de una reunión, uno o varios de los asistentes
teclea constantemente su celular en un acto supuestamente tan trascendente
que no puede esperar; o un operario detiene su tarea, saca su celular, lo
cheque, se sonríe y lo guarda. Podemos enumerar muchas más. Es un fenómeno
actual y por demás de cotidiano.
En lo que nos
ocupa tenemos que hablar de la incidencia de estos hábitos y costumbres en el
lugar de trabajo, durante el trabajo. Lo cierto es que su empleo en estas
ocasiones es una falta de respeto para el resto de los asistentes en el primer
ejemplo, y una permanente causa de distracción para el segundo supuesto.
El problema es
fácilmente deducible: si estás ocupado en tu smartphone no estas prestando
atención, estás distraído. Distraído en tu trabajo. Y es muy seria la
vinculación entre el riesgo y el uso del celular. Ni hablar del rendimiento
laboral.
Golpe a la productividad
Si en algún
momento salir a fumar o tomar café fueron los principales causantes de
distracción y bajo rendimiento laboral de los trabajadores, hoy el motivo ha
cambiado. Los teléfonos móviles captan nuestra atención en cualquier momento
del día y se convierten en nuestro peor enemigo a la hora de concentrarnos y
trabajar.
Si bien el
usuario puede optar por no atender las llamadas entrantes, tener el celular en
proximidad incita a mirarlo varias veces al día. Es sencillo aburrirse con el
trabajo diario, y tener al alcance de la mano una herramienta que nos conecta
fácilmente con nuestros amigos y sus últimas novedades, es una tentación para
cualquiera.
Lo ideal es
abstenerse, porque aunque uno crea que lo mira por pocos minutos, repitiendo el
gesto varias veces se reduce el tiempo de la jornada laboral. Las pausas
e interrupciones constantes generan pérdidas considerables y actúan como
desaceleradores del rendimiento laboral.
Aproximadamente
el 32% de los trabajadores consulta su celular un mínimo de cuatro veces a la
hora.
Si los
celulares son permitidos en su ámbito de trabajo, sería correcto mantenerlos
con bajo volumen y desactivar todo tipo de notificaciones así como evitar
contestarlo cuando se está realizando una tarea.
Usar audífonos
en un sitio de construcción o industrial puede ser peligroso ya que puede
impedir a los trabajadores escuchar señales de advertencia tales como las
alarmas de retroceso en equipos móviles y las instrucciones de seguridad. El
uso de audífonos tiene también el potencial para interferir con la comunicación
y distraer la atención del trabajador. Hablar por teléfono mientras se camina, es
una distracción y tiene la potencialidad de provocar lesiones.
Aunque parezca
un problema menor o inocente están en juego muchas más cosas que el bajo
rendimiento. Es cada vez es más frecuentes la problemática de las situaciones
indiscretas registradas en fotos o filmaciones tomados con el móvil durante
horas de trabajo o en fiestas de empresas por ejemplo, que terminan divulgadas
en redes sociales sin la anuencia de los participantes.
¿Qué es tan urgente?
Todo indica hoy
en día que la disponibilidad de un teléfono inteligente ya no tiene nada que
ver con hacer una llamada, sino que está más relacionado con escuchar música,
youtubear, guatsapear, tuitear, feisbuquear. O sea ocio. Cosas que las personas
hacemos cuando no tenemos que trabajar, cosas que pueden esperar.
La tendencia
es que las principales empresas poco a poco comienzan a establecer estrictas
normas sobre el uso de los teléfonos móviles en horas de trabajo. Estas
deberían abarcar todo tipo de situaciones vinculadas con el trabajo y no sólo
las reuniones, por ejemplo. Es que se sabe, si no se permite tener el celu a
mano, los trabajadores buscarán lugares o recintos a prueba del ojo vigía y por
lo tanto se incrementarían las visitas al baño o la cocina.
La Cámara de
Industriales Metalúrgicos de Córdoba ha recomendado a sus integrantes, retener los
móviles a sus trabajadores en el momento de ingreso y su devolución al
finalizar la jornada laboral. Semanas atrás se conoció la resolución 335 del Ministerio
de Seguridad de la provincia de Buenos Aires que prohíbe su uso cuando los
efectivos están en funciones porque "provoca déficit de atención e
incrementa los riesgos de la función".
Es
evidentemente un fenómeno de difícil solución debido a la omnipresencia de
estos dispositivos en la vida diaria. El bajo rendimiento en el trabajo es el
denominador común. El incremento de la siniestralidad, una amenaza real. Es indiscutible
que hay tareas que requieren la absoluta abstinencia de estas costumbres y
otras no tanto. Las reglamentaciones sobre estas cuestiones irán apareciendo
paulatinamente, con distintos matices. Después de todo, nada es tan urgente.
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