La organización científica del trabajo

Frederick W. Taylor  fue un ingeniero mecánico y economista estadounidense nacido en 1856, ideólogo de un sistema de organización del trabajo conocido hoy día como “taylorismo”. Este se basa en la aplicación de métodos científicos de orientación positivista y mecanicista al estudio de la relación entre el obrero y las técnicas modernas de producción industrial. Buscando maximizar la eficiencia de la mano de obra, máquinas y herramientas, mediante la división sistemática de las tareas, la organización racional del trabajo en sus secuencias y procesos, y el cronometraje de las operaciones. Además de incentivar la  motivación del obrero premiando el rendimiento, suprimiendo toda improvisación.
El taylorismo es el referente básico respecto del cual se definen las “nuevas formas de organización del trabajo”, cuya organización rígida, domina la vida durante las horas de trabajo y también invade el tiempo libre.
La “holgazanería del taller” fue evidenciada como pérdida de tiempo, producción y dinero por lo que debía ser reducida al máximo. Ésta no hace referencia a los momentos de descanso u ocio en el trabajo, sino más bien los instantes durante los cuales el obrero  trabajaba a un ritmo menor del que habría podido adoptar.
El principal obstáculo que encuentra Taylor al repensar el proceso productivo, es la ventaja indiscutible del obrero-artesano sobre el empleador en la discusión de los tiempos y de los ritmos de trabajo. El conocimiento de la tarea y del modo operatorio se encuentra en el campo del obrero y está ausente en la argumentación del ingeniero.
El saber obrero se destaca en esta lucha como “un secreto” del que Taylor se va a apropiar. La consecuencia en el devenir de las décadas es el desposeimiento del conocimiento del obrero- artesano y su sustitución por la organización científica del trabajo (OCT).
Observado un determinado proceso de producción y una vez seleccionados los diferentes modos operatorios posibles, Taylor elige el más rápido y en base a ese criterio lo declara “modo operatorio científicamente establecido”. De allí en más lo impondrá a  los obreros.

La estrategia de Taylor no va a detenerse allí. Taylor imaginó un medio de controlar cada gesto, cada secuencia, cada movimiento en su forma y su ritmo dividiendo el modo operatorio complejo en gestos elementales más fáciles de controlar por unidades que en su conjunto. La división técnica máxima del trabajo y rigidez intangible de su organización aparecen como las dos características fundamentales del nuevo sistema.
La OCT se caracteriza por una triple división: del modo operatorio; del organismo en órganos ejecutores y órganos de concepción intelectual; y de los hombres, separados por una nueva jerarquía agregada: capataces, jefes de equipo, supervisores, etc. Cada obrero está aislado de los otros. El sistema genera entre los individuos más división que puntos de encuentro. Elimina las diferencias, crea el anonimato y la intercambiabilidad de puestos mientras que individualiza los hombres frente al sufrimiento.
Frente al trabajo por pieza, incentivos de dinero y a la aceleración de las cadencias, el obrero se encuentra indefenso. La ansiedad, el aburrimiento frente a la tarea, tendrá que asumirlos individualmente.
La individualización borra las iniciativas espontáneas, rompe las responsabilidades y el saber, aniquila las defensas colectivas, lo que hace que el sufrimiento que engendra la OCT se manifieste en respuestas defensivas fuertemente personalizadas.
Una vez lograda la desapropiación del saber artesano y desmantelada la colectividad obrera; una vez rota la libre adaptación de la organización del trabajo a las necesidades del organismo, una vez impuesto el poder supremo de la supervisión, sólo quedan entonces cuerpos aislados y dóciles desprovistos de toda iniciativa. Hay que adiestrar, entrenar, condicionar esa fuerza potencial que ya no tiene nada de humana: el hombre-mono de Taylor ha nacido.
Teorizo: “La idea es entrenar los obreros uno tras otro bajo la conducción de un profesor competente, para ejecutar su trabajo siguiendo nuevos métodos hasta que los apliquen de una manera continua y habitual, una manera científica de trabajar. Esta concepción es contraria a la vieja idea según la cual cada obrero es la persona más calificada para determinar su modo personal de ejecución del trabajo”.
Taylor se equivocaba. Nadie mejor que el obrero para saber lo que es compatible con su salud. Y si consideramos a las consecuencias de la OCT para con el aparato psíquico, poco a poco fueron apareciendo  desórdenes del funcionamiento ignorados o no tenidos en cuenta por el creador del sistema. Pero eso es tema de otra columna. 

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