Por: Dr. Juan Carlos Fustinoni*
Definir el Arte, simplemente, como modo de expresión de la
belleza en cualquiera de sus manifestaciones o formas, puede ser una respuesta
equilibrada, muy de acuerdo con el rigorismo de los cánones académicos, pero no
basta para satisfacer las apetencias espirituales. Porque la belleza puede
estar tan sólo en el modo de expresar, no en lo que se expresa, y porque allí
donde existe ansia de transformación, vibración, exteriorización de estados
anímicos, de estados patológicos si se quiere, hay arte.
Giacomo Puccini, alumno de Antonio Bazzini y Amilcare
Ponchielli, alcanzó notables éxitos como compositor de óperas (doce en total).
Precisamente este último, el autor de La Gioconda, descubrió en Puccini su
habilidad para la música escénica, que hizo del compositor de Lucca el más
conspicuo representante de la escuela verista italiana.
Se analizará en forma breve y sucinta el modo en que los
trastornos psicopatológicos han sido descriptos en la ópera de Puccini, que
muestran la habilidad del compositor para reflejar una situación teatral en
unos pocos compases rápidos y vívidos.
El suicidio
El suicidio es siempre una consecuencia y una expresión de
psicopatología, aunque hubiera posibles excepciones. Se denomina así a todo
caso de muerte que resulte, directa o indirectamente, de un acto —positivo o
negativo— realizado por la víctima misma, sabiendo ella que debía producir este
resultado. Las ideas suicidas parecen relacionarse con la conceptualización que
el individuo hace de la situación como insostenible o desesperada, excluyendo
la búsqueda de cualquier alternativa aceptable.
El suicida tiene un concepto pesimista o negativo de sí
mismo: las demandas de su vida diaria las proyecta al futuro. El suicidio llega
a ser la consecuencia de esta evaluación negativa del futuro, lo que lleva a un
estado de desesperación. Es confesar que se ha sido sobrepasado por la vida o
que no se la comprende. Un concepto más apropiado sería el de desesperanza: un
sistema de esquemas cognitivos cuyo denominador común es la existencia de
expectativas negativas sobre el futuro, que a su vez conduce a un aumento de la
ideación suicida. La intensa desesperanza es el factor más directamente
relacionado con el suicidio.
En la ópera de Puccini los ejemplos de suicidio están dados
por Madama Butterfly, Suor Angelica y Liú en Turandot.
Madama Butterfly (1904) está basada en una adaptación
teatral realizada de David Belasco sobre un relato de John Luther Long,
publicado en 1898 en el "Century Magazine", inspirado, a su vez, en
un motivo de origen japonés. Puccini había quedado fascinado con la obra de
Belasco, conmoviéndose con el suicidio de la protagonista. El mismo había sido
ideado por el dramaturgo, ya que en la historia de Long, el niño impide a
último momento que su madre se quite la vida.
El suicidio de Madama Butterfly puede ser considerado en
cierta forma un suicidio altruista: perdidos su "esposo" y su hijo,
repudiada por su gente al renegar de la religión de sus mayores (el desprecio
por parte de sus allegados se basa más en motivos religiosos que en el hecho de
casarse con un extranjero), no le queda otra opción —a criterio de su pueblo y
sobre todo de su clase— que la muerte. En efecto, las personas sobre las que la
sociedad tiene una influencia demasiado estricta y que a la vez poseen muy poco
individualismo, pueden ser impulsadas a la autodestrucción por excesivo
altruismo y sentido del deber, inspirando respeto y admiración. En otras
palabras, el suicidio altruista es el que se comete por vergüenza, cuando
alguien ha quebrado las normas de su grupo.
Se ha sugerido que, dado que ella era japonesa, existían
factores culturales que hacen de su suicidio un ritual inevitable. Al respecto
debe comentarse que el hara-kiri obligatorio, ordenado por el jefe feudal, se
hizo ilegal en 1868; por el contrario, el hara-kiri voluntario, como expiación
por la derrota o como sacrificio, era sumamente alabado. Los ritos japoneses
establecían que el hara-kiri masculino consistía en abrirse el vientre con el
puñal en forma de triángulo, mientras que en las mujeres se había reglamentado
el mismo mediante un tajo o una punzada en la carótida, que es como Cio-Cio-San
debe morir al final de la obra.
La ópera hace confrontar el amor, la fidelidad y la
abnegación de Butterfly con la infidelidad, la inescrupulosidad y la sexualidad
puramente física de Pinkerton. La esencia del drama reside en el conflicto que
enfrenta al imperialismo occidental con las costumbres que juzga ridículas de
un país que le sigue siendo extraño.
Otro ejemplo de suicidio es el de Suor Angelica (1918).
Para completar el Tríptico, Gioavacchino Forzano escribe el libreto de
este drama en que una princesa toma los hábitos para expiar un pecado del cual
nació un niño. Al enterarse de la muerte de su hijo, la ahora Suor Angelica
bebe el líquido de una planta venenosa, pero, en su arrepentimiento, cree ver
al niño que la conduce hacia la ansiada paz interior. La acción transcurre en
un convento del norte de Italia hacia fines del siglo XVII. Debe destacarse que
Puccini había estudiado bien los caracteres de los conventos, monjas y
novicias, en su diario trajinar, ya que su hermana mayor llamada Sor María
Enriqueta había profesado en el convento de Vicopelato, cerca de Lucca.
Turandot es la ópera-acertijo por excelencia. La
proposición de adivinanzas, el someterse a la prueba de interrogantes, el
desafío que entraña el planteo de acertijos, son caracteres empleados en las
artes desde tiempo inmemorial. Los enigmas no son factores extraños a la ópera.
En efecto, Liú se suicida para no revelar el nombre del extranjero que resuelve
los tres enigmas que Turandot propone y que de hacerlo relevará a la princesa
del compromiso de desposarlo.
Este suicidio podría influir sobre el desarrollo posterior
de la acción al provocar la humanización de Turandot gracias al triunfo del
amor. Esta transformación de la princesa debía cumplirse en un duetto
final, al cual asignaba Puccini extrema importancia: "Tiene que
ser un gran dúo. Estos dos seres casi sobrehumanos descienden, a través del
amor, al plano del ser humano, y este amor debe al final tomar posesión de toda
la escena en una inmensa peroración orquestal". Pero el compositor no
vivió lo suficiente para plasmar este propósito. para Mosco Carner, el suicidio
de Liú significa la expiación del "crimen" de haber amado a un hombre
que pertenece a una esfera diferente a la suya, como acontece en Butterfly.
El homicidio
Se denomina homicidio a la acción de matar a un ser humano,
ejecutada, por lo común, ilegítimamente y con violencia. Si el matrimonio y la
familia numerosa confieren cierta inmunidad contra el suicidio, parecen
estimular el homicidio, que es sólo un crimen de familia: hasta es una regla
general que donde el homicidio está muy desarrollado, brinda una especie de
prevención contra el suicidio. En definitiva, tanto uno como otro son
manifestaciones de los impulsos agresivos incontrolados y difieren solamente en
la elección del objeto. Cuando la agresividad no encuentra resistencia en el medio
social, se extiende fuera de la persona y, entonces, sobreviene el homicidio;
por el contrario, cuando la violencia se halla impedida de verterse hacia
afuera, por la presión que sobre ella ejerce la conciencia pública, remonta
hacia su fuente y la persona es víctima de su propio impulso. El suicidio es un
homicidio transformado y atenuado; a pesar de ello, ambos consisten en un mismo
estado orgánico-psíquico, aunque constituyan, en cierto aspecto, dos corrientes
sociales contrarias.
Hay dos clásicos ejemplos de homicidio en la ópera de
Puccini: Scarpia en Tosca (1900) y Luigi en Il Tabarro (1918).
El primero de ellos es seguido de la muerte (suicidio) de la protagonista.
Coincidiendo con Pahlen, sin necesidad de realizar muchas
compulsas psicológicas, la muerte (suicidio) de Tosca puede considerarse en el
fondo una "muerte por amor", para emplear la definición de Wagner,
quien la consolidó dentro del idioma alemán, también en el sentido de un
proceso que la medicina no puede explicar. Pero también, el suicidio de Tosca
podría ser la resultante del temor al castigo y a la desgracia pública. Por
otra parte, en la vida real, uno de cada tres homicidios está seguido de
suicidio. Casi todos ellos tienen lugar en sólo horas o días de ocurrido el
homicidio.
En Tosca se da el caso no muy frecuente de que los tres
personajes tienen un fin violento: Scarpia es apuñalado, Cavaradossi muere
fusilado y Tosca se suicida. La música de Puccini, de notable expresividad, se
subordina a la acción: ejemplo de ello es el grandilocuente despliegue
escénico-musical del Tedéum con el que concluye el primer acto, y el crimen de
Scarpia, que da fin al segundo.
En Il Tabarro, Michele, marinero y esposo de Gior-gietta,
estrangula a Luigi, amante de ésta, al trepar por el costado de la barca,
creyendo que el fuego de la pipa de aquél es la señal de su amada. Este crimen
se relaciona con lo observado en la vida real; en ella, los homicidas son
generalmente mayores, usualmente casados y viven dentro del contexto de una
familia convencional, libres de toda asociación criminal. Son los delincuentes
del género masculino quienes demuestran con mayor frecuencia motivos de celos,
de resentimiento o de venganza que llevan a consumar el acto en sí; los esposos
celosos, amantes rechazados e individuos de temperamento violento forman un
grupo importante. Ya en Otello (1887), penúltima ópera de Verdi, el
protagonista nos da un claro ejemplo de ello.
Conclusión
En la ópera de Puccini la patología psíquica está presente y
se refleja a través de la caracteropatía de diversos personajes.
Indudablemente, en los momentos que preceden a la creación de la obra
artística, cuando sobreviene ese deslumbramiento repentino que conocemos con el
nombre de "inspiración", el alma humana se encuentra intensamente sometida
a la vibración de una carga afectiva que busca la liberación, exteriorizándose
de este modo. Esta carga afectiva tendrá una capacidad de vibración distinta, y
de aquí que el sentimiento sea diferente e incluso que la obra artística se
produzca o no. Goethe decía que la mejor manera de librarse de esta especie de
tortura moral, era convirtiéndola en arte. Él así lo hizo con su Werther. Es
poco probable, sin embargo, que esto pueda adscribirse a Puccini. De todos
modos su obra nos brinda un ejemplo admirable de la simbiosis arte-patología.
* Profesor Asociado. Facultad de Medicina de la Universidad
Maimónides de Buenos Aires. Docente Libre de Neurología de la Facultad de
Medicina de la U.B.A.
Este artículo corresponde a un fragmento de la Tesis Doctoral
en Medicina del Dr. Juan Carlos Fustinoni, titulada "Estudio
psicopatológico de los personajes en la ópera", la cual fue calificada con
sobresaliente y obtuvo el Premio Facultad de Medicina (1997).
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