¡Cambio de paradigma! reclamaba una amigo... periodista!

El efecto multiplicador del catarro en el contexto laboral.

 “¡Salud!” Ese es el mejor deseo que le manifestamos a un compañero de trabajo cuando los estornudos, provocados por el catarro, comienzan a afectarle en horas laborales. Es normal que mientras expresamos “salud”, nos preocupemos, porque sabemos que desde ese primer estornudo la posibilidad de contagiarnos con la gripe, aumentará considerablemente. Compartir un espacio cerrado ocho horas o más con varias personas, entre ellas algún colega con los síntomas del virus de influenza, son algunos de los factores que nos expondrán a esta condición. Ese primer estornudo gripal de un compañero de labores, eventualmente provocará un efecto multiplicador que tendrá un impacto negativo en la productividad de la empresa.

Estudios de la Colisión Canadiense de la Influenza indican que un empleado afectado por la gripe común se ausentará de tres a cinco días laborables, y su productividad se afectará al menos por dos semanas. El catarro ha sido identificado como una de las cinco causas más comunes de pérdida de productividad laboral. Un estudio publicado en el Journal of Occupational and Environmental Medicine indica que uno de cada cinco adultos que trabaja, se afectará con catarro, al menos una vez al año. Los investigadores concluyeron que en los Estados Unidos el costo económico relacionado a la baja productividad provocada por el catarro común, es de aproximadamente 25 billones de dólares anuales; de los cuales 16.6 billones pueden ser atribuidos a disminución de productividad y ocho billones al ausentismo.

Sin embargo, el efecto multiplicador del catarro va más allá del ausentismo, se intensifica con la insistencia de los trabajadores en acudir a sus respectivos centros laborales con los síntomas del resfriado. El psicólogo especializado en conducta organizacional, Cary Cooper denominó este fenómeno con el término “presentismo”. Se trata de la obligación que sienten los empleados de asistir al trabajo aún cuando están enfermos. Según estudios de la farmacéutica AdvancePCS el “presentismo” les cuesta a los patronos en Estados Unidos un promedio de 180 billones de dólares anuales. De acuerdo con esta investigación, que los empleados asistan a sus centros de trabajo con catarro o con otras enfermedades comunes, les cuesta a las compañías siete veces más que el ausentismo.

El director de microbiología del Hospital Monte Sinaí en Toronto, doctor Don Low, sugiere que “los patronos deben alentar a los empleados que contraigan catarro a que se queden en sus hogares y asegurarles que no los penalizarán por hacerlo”. Aunque al asistir los empleados desean manifestar su responsabilidad y compromiso con la empresa, la mejor forma de no contagiar a los compañeros de labores es quedarse en su casa. Si analizamos económicamente el efecto multiplicador del catarro es mejor que un solo empleado se ausente por tres o cuatro días; que tener de ocho o diez empleados ausentes por el mismo periodo.

De acuerdo al Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, existen dos vías comunes de transmisión del catarro. La primera es a través de la inhalación de partículas de las secreciones infecciosas en el aire. Usualmente esto ocurre cuando alguna persona tose o estornuda cerca de nosotros. La segunda forma más común de contraer el virus es tocar áreas que han sido contaminadas con estas partículas infecciosas. Esto sucede cuando estornudamos o tosemos sobre nuestras manos y luego tocamos otros objetos o lugares comunes.

En el contexto laboral las fuentes de contagio pueden ser tan variadas como los lugares y materiales de oficina que compartamos con nuestros compañeros. Según los expertos, el virus de la influenza puede permanecer activo en objetos o lugares que han sido tocados por la persona afectada, hasta por 48 horas. De esta forma, una vez que algún compañero de labores adquiere un resfriado tiene el potencial de contagiar a todos aquellos que compartan su área de trabajo.

Las temporadas de otoño e invierno, son los meses en que más propensos estamos de contraer el virus de la influenza. Para evitar los efectos multiplicadores de esta condición la Sociedad Americana del Pulmón recomienda las siguientes medidas: (1) evitar el contacto con personas que estén resfriadas, sobre todo durante los primeros días; (2) lavarse las manos después de tocar a alguien que esté resfriado y después de haber tocado un objeto que previamente expuesto a partículas infecciosas; (3) cuando tosa o estornude cubrirse la nariz y la boca con un pañuelo desechable y luego lavarse las manos; (4) si tiene resfriado debe alejarse de aquellas personas que son más vulnerables, como todo aquél que tenga asma u otra enfermedad pulmonar crónica. Además, el Centro de Control y Prevención de Enfermedades del Gobierno de Estado Unidos (CDC por sus siglas en inglés) recomienda que se administren la vacuna contra la influenza aquellos grupos con factores de riesgo de desarrollar complicaciones del resfriado.

Los patronos tienen la responsabilidad de mantener un ambiente laboral adecuado y esto incluye establecer políticas que puedan ayudar a sus recursos humanos a protegerse del contagio del resfriado. Estas medidas pueden incluir charlas de educación, clínicas de vacunación contra la influenza, comunicación efectiva en cuanto a las políticas de ausencias, así como el mantenimiento y limpieza apropiada de las instalaciones labores, entre otras. Las estrategias proactivas que tome la empresa para evitar los efectos multiplicadores del catarro, de seguro tendrán un impacto positivo en la productividad de la compañía, y sobre todo en el bienestar de sus recursos humanos. Procure siempre que sus empleados tengan “salud”.
Por: Mariam Ludim Rosa Vélez
Fuente: www.arearh.com

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